Por: Lizett Ortega Aranda
La educación en México constituye un tema polémico en la actualidad. Los políticos, en búsqueda de la silla presidencial, han prometido incrementar el producto interno bruto destinado a la educación. Sin embargo, todo queda ahí, en promesas, como una demagogia más de sus compromisos de campaña.
La educación continúa siendo el talón de Aquiles de México. Hoy en día continuamos reflejando en exámenes internacionales, lo que todos decimos en charlas informales, el proceso enseñanza-aprendizaje nunca será una prioridad para un gobierno que se ha fortalecido y enriquecido por la ignorancia de su pueblo. ¡Qué tristeza! Nuestro futuro educativo depende de las políticas y recursos que aprueban funcionarios que no merecen ser servidores públicos, porque sólo se sirven a sí mismos.
En pleno siglo XXI, los gobiernos de México invierten con reservas en la educación superior, Día con día, sexenio con sexenio se reducen los recursos económicos destinados a este rubro. El gobierno de México continúa recortando presupuesto a la educación, a pesar de la importancia que ésta tiene. Felipe Calderón Hinojosa, actual presidente de la República Mexicana, destinó al sistema educativo 4.5 millones de pesos menos que el sexenio pasado (www.jornada.unam,mx/2006/12/08/index.php?).
Para concluir quisiera manifestar mi inconformidad con el proceder de nuestros gobiernos neoliberales; por ello, desde el lugar donde me ubico trato de despertar un espíritu crítico y propositivo, necesario para cambiar el rumbo de nuestro país que por siglos ha sido condenado a ser siempre la nación de unos cuantos. Los profesores y alumnos podemos trabajar en conjunto y exigir nuestro derecho constitucional: “Educación para todos”, sin importar que muchos se rían por lo irreal que resulta esta demanda en un país, en donde la impunidad, la corrupción y el despilfarro del erario público son el pan de todos los días.