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LA EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN MÉXICO

Cultura

 

Nuestra máxima casa de estudios en el estado de CampechePor Lizett Ortega

Cuando estudiaba mi licenciatura de Historia en la Universidad Autónoma de Campeche, una docente prestigiada mencionaba que hasta los nobles mayas eran evaluados por los hombres más sabios del pueblo. Según mi profesora el libro del Chilam Balam de Chumayel está constituido por acertijos que sólo aquellos nobles bien instruidos podían contestar. De acuerdo a los estudios de esta maestra, la nobleza maya era evaluada antes de ser asignada a un cargo público importante. Cabe aclarar que las afirmaciones anteriores constituían únicamente hipótesis de una profesora que dejó huella en mi formación profesional; sin embargo, debo confesar que las deducciones sobre las evaluaciones a la nobleza maya siempre me parecieron muy coherentes, debido a que los mayas fueron personas que ponderaban el conocimiento, al considerarlo esencial para la prosperidad de cualquier pueblo.

Con la llegada de los españoles, la historia de México cambió de manera drástica. Al principio de la época colonial, la educación se centró en la enseñanza de la religión católica y de la lengua castellana. Los mexicanos fueron educados en una nueva religión, principios y valores. Al respecto, se menciona lo siguiente: “la educación en la época colonial fue teológica, humanista y religiosa” (http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_URV/AVAILABLE/TDX-1030103-142411//OBCapitulo04Def.pdf) Conforme se fueron estableciendo colegios en la Nueva España, la educación se institucionalizó y al ocurrir esto se establecieron criterios para evaluar los cursos impartidos. Jesús Márquez Carrillo menciona lo siguiente: (…) los exámenes eran actos públicos en los que el estudiante sustentaba una tesis y respondía a las objeciones que le formularan y, en el caso de la licenciatura, con disertaciones preparadas en veinticuatro horas sobre puntos sacados a suerte de los textos clásicos. Las disputas públicas eran los ejercicios más frecuentes. En éstas los alumnos tenían que acreditar sus conocimientos y el manejo fluido del latín; su ingenio para imaginar y defender unas tesis con frecuencia originales o paradójicas, y en fin la agudeza mental necesaria para contradecir los argumentos de los profesores, condiscípulos y coopositores. Incluso, para estimular la continua intervención de catedráticos y alumnos en los actos públicos, la Universidad pagaba una propina a los debatientes (http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_2.htm)

Durante la época colonial, la Real y Pontificia Universidad de México controló la expedición de grados académicos. Para que una persona pudiera graduarse en educación superior necesitaba de sustentar un examen en dicha universidad, aunque el alumno estuviera matriculado en otra institución. Cabe mencionar que los negros, mulatos y chinos no podían ser matriculados ni, de este modo, optar por grados académicos: en opinión común de la época, la mezcla de razas aceleraba la descomposición del orden político vigente. (http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_2.htm). Es decir, en esta etapa histórica, la educación siguió siendo elitista. No todos los sectores sociales fueron aceptados en las instituciones educativas. Los españoles llevaban la batuta de la vida de la Nueva España, ellos determinaban todo tipo de políticas y reformas educativas.

En el período independiente, los estudiantes sobresalían por medio de las calificaciones; en este período, los exámenes evidenciaban lo aprendido en clases. Las evaluaciones se medían cuantitativamente y los alumnos empezaron a desarrollar la competitividad entre ellos mismos, para ser reconocidos públicamente por medio de una medalla o diploma. (http://www.tesisenxarxa.net/TESISURV/AVAILABLE/TDX-1030103-142411//OBCapitulo04Def.pdf). Una característica peculiar de la educación superior durante la etapa colonial e independiente de México consistía que los alumnos después de egresar de la escuela de las primeras letras acudían a las instituciones de educación superior; la práctica anterior se prolongó hasta 1868 cuando abrió sus puertas la Escuela Nacional Preparatoria, en el edificio del antiguo Colegio de San Pedro, San Pablo y San Ildefonso de México, fundada y dirigida por el profesor Gabino Barreda. Para ingresar al bachillerato se exigía la presentación de un certificado de profesor público de primeras letras y un examen de conocimientos. (http://www.alfonsocalderon.buap.mx/hist1.html)

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Justo Sierra agregó más años de estudios a la educación y pugnó por expandir la instrucción académica a los sectores más pobres. Sin embargo, las intenciones de Justo Sierra fueron limitadas por el gabinete porfirista, que sólo se preocupó por instruir a los ricos herederos, a pesar de que en este período histórico ya se había promulgado la educación como obligatoria y gratuita (ley orgánica, 1868). Durante esa época el sistema educativo copió programas de estudios, provenientes de Francia, por la estrecha relación del gobierno mexicano y los franceses.(http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/ Ejetematico/2educacion.htm) La educación superior en la época porfirista continuó siendo de la minoría y la evaluación siguió manejándose de manera cuantitativa, el currículum oculto aún no importaba.

La Revolución Mexicana terminó con el Porfiriato y algunos paradigmas educativos se modificaron. El movimiento revolucionario permitió que la educación rural se extendiera; sin embargo, las escuelas de nivel superior continuaron siendo muy selectivas, por lo tanto, éstas sólo se ubicaron en áreas urbanas y persistieron con la práctica de restringir el acceso a quienes carecieran de los conocimientos establecidos como indispensables por dichas instituciones educativas. Es decir, el examen de selección para ingresar al nivel superior siguió limitando el número de matriculados en estos colegios. Aún en el siglo XXI, en la educación superior pública se encuentra registrado el menor número de matriculados. A continuación se presenta un cuadro con el total de matriculados, maestros y escuelas en todo el país:

Tipo/nivel

Matrícula

Maestros

Escuelas

Educación básica

25,024,200

1,100,367

216,176

Educación media

Superior

3,711,200

256,252

12,852

Educación superior

2,445,600

260,152

4,876

Informe de gobierno 2005

Según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), México se ubica dentro de los países con menor número de matriculados universitarios en América Latina. Curiosamente, el mayor número de alumnos universitarios en instituciones mexicanas se sitúa en el sector privado ( http://www.jornada.unam.mx/2006/06/02/040n1soc.php ). El Boletín bimestral del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó un concentrado, en el cual se evidencia la mayor demanda que tienen las instituciones privadas sobre las públicas ( http://firgoa.usc.es/drupal/node/27398 ):

Cuadro 1. Número de instituciones
de educación superior

Públicas

Privadas

Total

Centros

112

383

495

Colegios

21

57

78

Escuelas

255

229

484

Institutos

333

441

774

Universidades

324

429

753

Total

1045

1539

2584

Lo anterior se considera una de las consecuencias del neoliberalismo que busca “asfixiar” la universidad pública. Al respecto, Karina Avilés menciona: “La política del gran capital en la educación superior mexicana ha traído entre otros efectos críticos, la baja de la matrícula universitaria, una notable reducción del financiamiento a las instituciones públicas, la aplicación de procesos de evaluación que no han demostrado una efectiva mejora en la calidad de la enseñanza y el progresivo aumento de instituciones privadas, la mayoría de las cuales tienen déficit cualitativo”.http://www.unam.mx/2007/02/05/index.php?section=sociedad&article=035n1soc

Para algunos intelectuales, el neoliberalismo y la globalización, en los cuales nos encontramos inmersos, obligan a la educación superior a convertirse en instituciones con calidad, para ello, se han creado instituciones que evalúan el proceso enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, para otros estudiosos de la educación, estos comités evaluadores trabajan para un sistema neoliberal, cuya finalidad consiste en finiquitar la educación superior pública, por lo que los resultados de los exámenes no pretenden mejorar la calidad educativa, sino que lo único que persiguen es evidenciar las deficiencias de este nivel superior, para que en un futuro el cierre de dichas instituciones sea justificado socialmente. A mí en lo personal no me sorprendería que nuestros políticos planeen poco a poco desaparecer la educación superior pública, ya que de esta manera, seguirán asegurando el futuro a sus hijos, quienes tendrán las riendas del país por haber tenido los recursos necesarios para estudiar en las instituciones privadas más prestigiadas del mundo.

Por otro lado, conforme transcurren los días, además de observar aún más las limitaciones que tenemos los docentes universitarios, puedo percibir la desilusión de mis alumnos de bachillerato por no haber ingresado a la carrera de sus sueños. Los jóvenes se sienten fracasados cuando no aprueban el examen CENEVAL que sirve como filtro para hacer legal lo que no es legal, es decir, negar el derecho de la educación a quienes lo solicitan (Todo individuo tiene derecho a recibir educación, artículo tercero de la Constitución Política de México) Ya lo había dicho Foucault la educación tiene un lado oscuro, el lado en la cual se convierte en mercenaria de la clase que sustenta el poder político y económico; al suceder lo anterior, como consecuencia lógica las evaluaciones son medios de control social; una manera de justificar el lugar privilegiado de algunos y la miseria de otros (Diaz, Barriga Ángel, “El examen un problema de historia y sociedad”, Antología del Instituto de Estudios Universitarios)

Para concluir, sólo quisiera reafirmar que las evaluaciones en la educación superior no son exclusivas de este siglo XXI; siempre han estado presentes en la historia de la educación de México; sin embargo, su función de poder se evidencian aún más con el sistema neoliberal que se ha establecido en México como un efecto de la famosa globalización. Ante esta situación, los docentes y alumnos debemos de reflexionar y unirnos para que nuestro artículo tercero constitucional no continúe siendo letra muerta, sino que por lo contrario, la educación se convierta en un derecho para todos los ciudadanos que así lo deseen. Ya no quisiera ver a más estudiantes frustrados por un examen CENEVAL que les impidió estudiar la carrera anhelada; ya no quisiera escuchar a más docentes inconformes con los procedimientos con los que se evalúa su trabajo; anhelo ver un México diferente, un país en el cual la educación abra las brechas más cerradas y permita a todos disfrutar el placer del conocimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Diaz, Barriga Ángel,et al. Antología del Instituto de Estudios Universitarios: Didáctica y Evaluación de la Educación Superior, Campeche, México.

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS

http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_URV/AVAILABLE/TDX-1030103-142411//OBCapitulo04Def.pdf

http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_2.htm

http://www.alfonsocalderon.buap.mx/hist1.html

http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/2_educacion.htm

http://www.unam.mx/2007/02/05/index.php?section=sociedad&article=035n1sc

http://www.jornada.unam.mx/2006/06/02/040n1soc.php

 

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